Tiempo de Paritarias

. sábado, 5 de abril de 2008
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Escribe: Sergio Cornatosky
Secretario Gremial UEPC - Capital

¡Prevengo! He sido convocado a escribir acerca de las "Negociaciones Paritarias" sin ser experto, por lo que no se trata de un escrito acabado, total. Pero empezaré afirmando que la etapa más activa que se recuerde de este mecanismo de negociación obrero-patronal, data de 30 años atrás y que muchos de aquellos acuerdos siguieron vigentes y fueron una muralla ante la arremetida neoliberal de fines del siglo pasado. En segundo lugar haré una aproximación al tema, dedicando los primeros párrafos a un abordaje, conceptual, luego intentaré llegar a la valoración de este mecanismo, con algunas pinceladas de historia en el medio. Veamos que sale.


Entre la sociedad y la naturaleza existe un nexo mediador: el trabajo humano. Los instrumentos tecnológicos para ese trabajo, las destrezas laborales históricamente acumuladas y el sujeto social que realiza el trabajo, constituyen "las fuerzas productivas". A su vez los vínculos ínter subjetivos en el ejercicio del trabajo, constituyen "las relaciones sociales de producción". No hay independencia de unas sobre las otras, ambas expresan, en el desarrollo histórico, la dialéctica sujeto-objeto.

El conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, genera una tensión entre las clases propietarias de los medios de producción y los obreros, que para subsistir, se ven forzados a vender su fuerza de trabajo. En la visión de Karl Marx, esa tirantez se resolvía por la vía revolucionaria, se abolía la propiedad privada burguesa y se instauraba la dictadura del proletariado. Obvio es que la Clase Obrera debía tener conciencia de la explotación a la que era sometida, luego organizarse y finalmente revolucionar la sociedad capitalista.

En su desarrollo histórico los países europeos vivieron varias experiencias y tras la Revolución Rusa de 1917, se intentó construir sociedades sin clases en varios países, pero desde la caída del bloque socialista a fines de los 80, el mundo sólo tiene capitalismo. Aclaremos que de variopinta situación: el desarrollo es desigual; hay países centrales y países periféricos y todos tienen clases sociales, no tan rígidas como las que se vieron en el siglo XIX, pero de una injusticia intrínseca que las emparienta.

Nuestro país no tuvo en el siglo XIX una clase obrera comparable a de los países que adquirieron un alto desarrollo industrial, ni tampoco conoció "el socialismo" como sistema de gestión estatal en el siglo XX. En la historia argentina, la clase obrera se constituyó en torno a las actividades de servicio que demandaba el modelo agro exportador (Puerto y Ferrocarriles) y el desarrollo industrial llegó de la mano del desabastecimiento ocasionado por las guerras mundiales. Así; la clase obrera argentina tiene características propias y este "sujeto social" integró tanto a inmigrantes extranjeros como a migrantes internos: los "cabecitas negras" como despectivamente los llamó la oligarquía.
Corresponde reivindicar los gritos libertarios de los anarquistas y las huelgas obreras brutalmente reprimidas por los gobiernos conservadores y radicales; pero hay que aceptar que en Argentina más bien hay una tradición de búsqueda de equilibrios en "las relaciones sociales de producción", siendo el peronismo, como fuerza política hegemónica del siglo XX, la que más contribuyó a instalar esta visión, integrando la idea de "Justicia Social". La celebración de miles de convenios colectivos y la constitución de sus respectivas comisiones especiales -PARITARIAS- permitieron sentar, en una misma mesa, a partir de 1945, a igual número de representantes obreros y patronales, para discutir condiciones de trabajo y salario.

Esa ecuación cerraba en equilibrio, sólo si al poder de los dueños de los medios de producción se le contraponía la fuerza organizada de los trabajadores en torno a una Única Central, la C.G.T. Con el peronismo los trabajadores conformaron un sujeto colectivo de alta identidad y conciencia de clase: se igualaban en el proceso productivo, se integraban al sistema político, recibían importantes beneficios sociales y la doctrina peronista era un factor aglutinante. La tercera pata de esta mesa era un Estado (aliado) que arbitraba, conciliaba o laudaba, homologando acuerdos. Los trabajadores argentinos de comienzo de la década del 50 participaron del 52% de la renta nacional. Tras la "libertadora" (fusiladora) del 55, nunca se llegó a ese nivel; sólo a mediados de la década del 70 se estuvo cerca, pero el golpe cívico - militar del 76 abortó esa posibilidad.

Con el "Proceso de Reorganización Nacional" se inició un tiempo de devastación de todos los derechos sociales que en el marco de un Proyecto Nacional, primero, y de lucha y resistencia Popular después, se habían construido en la Argentina. La intervención de las organizaciones obreras, el secuestro, la desaparición y muerte de miles de delegados obreros, la entrega de la economía nacional a manos extranjeras y el brutal endeudamiento, formaron parte de un mismo Plan. La democracia recuperada tras la derrota militar de Malvinas, no pudo, no supo o no quiso revertir esa situación. El nefasto ciclo se completa con la "infame" década de les 90. Menem y Cavallo prometieron el paraíso del Primer Mundo; Cavallo y De la Rúa, dejaron un país en llamas.

Luego de la debacle de fines del 2001, se evidencia en el país un retroceso de las políticas neoliberales más reactivas, sin que se haya modificado sustancialmente la matriz distributiva. Todavía,hoy la brecha entre el 10% más rico es 29 veces mayor que la del 10% más pobre. De cada $ 100.- de riqueza generada en el periodo 2003/2007, el 30% más rico se apropió de $ 62.5 y el 40% más pobre de sólo $ 12.8 . En un contexto de crecimiento ininterrumpido, permanente y sostenido de los ingresos nacionales -públicos y privados- los trabajadores organizados vuelven a reclamar por la justicia social. Quieren cambiar el sentido de la movilidad social, volverla ascendente; dejar atrás el empleo en negro, los salarios bajos. Quieren retribuciones dignas, mejores condiciones de higiene y seguridad en el trabajo, salarios diferidos que nutran la previsión social, asegurando regímenes de jubilación y de cobertura de salud que no sean el negocio de bancos (AFJP) y Prepagas, etc. Es decir buscan desandar el camino que marcó el más duro retroceso; pero el mundo ya es otro, el país no es el mismo, la sociedad esta brutalmente fragmentada.

Entonces, ¿Cómo hacerlo con tanto monopolio empresario, con tanta concentración de la riqueza, con tanto individualismo consumista? La respuesta es obvia. Aunque perfectible, no hay herramienta más apropiada que las Paritarias Nacionales llevadas adelante por los gremios. Algunos dirán que las burocracias sindicales y los vínculos que las ligan al poder político fijan pisos que se parecen a techos. Es una expresión dogmática que obvia un elemento central en este tipo de disputa: la correlación de fuerzas. Mientras mejores condiciones se obtengan, se estará preparado para disputar más, ya que la Paritaria es una modalidad democratizadora de las relaciones del trabajo, es un instrumento de lucha, pero distinta, que permite avanzar en la toma de conciencia.

Al "Cordobazo" lo hicieron "los trabajadores mejores pagos del país", aquellos que podían estudiar en las Universidades Nacionales, y la excusa de la revuelta popular que marcó el fin de Onganía (el sábado ingles) rige todavía hoy, sólo para los obreros cordobeses. Si hay dirigentes que no responden a los intereses de sus representados, corresponde organizarse para desplazarlos de la conducción, pero nunca hay que invalidar una herramienta histórica, una práctica y un camino que siguen siendo apropiados para la clase obrera.
En las negociaciones por fábrica o lugar de trabajo, los más débiles están condenados a perder antes de negociar. Ningún individuo o pequeño grupo de individuos sustituye al sujeto histórico "clase trabajadora"; él tiene la fuerza colectiva que la individualidad no da. La Paritaria Nacional Docente es un ejemplo de estos días. Los años del "menemato" fueron tremendos: se transfirieron los Servicios Educativos a las Jurisdicciones, se desfinanció a las Provincias y se instauraron 24 realidades educativas distintas, 24 contratos laborales distintos, 24 esquemas remunerativos diferentes. Sobre las cenizas de un Sistema que ya no es; de un contrato labora! vulnerado y un salario desigual, se negocia para el conjunto, favoreciendo directamente a los más rengados y generando mejores condiciones para todos.

Cerramos la reflexión diciendo que la "Tercera Pata", aunque fuerte, no se muestra tan aliada como aquel Estado del 45 al 55; pero al menos no es ese Gobierno cómplice de los predadores de la Patria que vimos en los 90.

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