San Martín y Evita

. lunes, 22 de septiembre de 2008
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En el Corazón de los argentinos

Hay figuras de nuestra historia que aunque muchos se esfuercen en transformar en simple bronce, terminan ocupando siempre un lugar preferencial en el corazón vivo de los argentinos. Ejemplo de lo que decimos son Eva Perón y José de San Martín, figuras que al día de hoy -en especial en el primer caso- remueven las pasiones nacionales.

Ambos vivieron su vida con la fuerza de las convicciones como bandera, y supieron trasmitirnos aquella pasión para que al día de hoy mucha de su obra e ideario sean pilares fundantes de nuestro país.

La Patria grande

En el caso de San Martín su entrega absoluta a la causa de la libertad lo llevó a afrontar tareas cuya envergadura aún hoy serían tildadas como imposibles.

Pero quizás su principal aporte más allá de las campañas militares y las batallas que jalonaron las mismas, debemos buscarlo en su idea de independencia continental, que se tradujo en su proyecto político que genéricamente designamos como el de la “Patria grande”.

Esta visión, adelantada para su época y compartida por Simón Bolívar no fue un discurso voluntarista sino que se reflejó en la conformación misma del Ejército de los Andes, que cruzó la cordillera siendo una fuerza mixta conformada por argentinos y chilenos, para luego irse nutriendo de elementos de Perú y terminar incorporándose al ejército bolivariano de la Gran Colombia.

Pero justamente este proyecto trascendente fue muchas veces tapado, ocultado e incluso deformado. En ese sentido no podemos olvidar que Bartolomé Mitre, el fundador de nuestra historiografía oficial, no solo secundarizó absolutamente las implicancias latinoamericanistas de la gesta sanmartiniana, sino que además pretendió plantear un antagonismo personal entre San Martín y Bolívar que jamás existió.

Y esta manipulación histórica -como todas las manipulaciones- tuvo un sentido claro: poner cierta idea elitista de la “argentinidad” por encima del espíritu de unidad entre los pueblos que encarnó San Martín. El resultado buscado no es otro que el que vemos todos los días: un continente partido en numerosos países cuyas clases dirigentes en más de una oportunidad jugaron el papel de gendarmes de poderes extranjeros.

Evita dignifica

Eva Perón, por su parte, encarnó el proceso de dignificación de los trabajadores y los humildes de nuestro país. De la mano de Perón comprendió con claridad y simpleza el momento que vivía nuestro país a mediados del Siglo XX y pronto supo poner en palabras, pero sobre todo en acciones, un proyecto cuyo sujeto y motor eran los los desposeídos.

Curiosamente -o no- una vez más, aquellos que habían conformado los ejércitos de la Independencia, las masas olvidadas del campo y las ciudades, se incorporaron a una lucha donde no solo se pusieron en juego los derechos sociales que impulsó el peronismo, sino que además apoyó y llevó a la discusión de los sectores populares, conceptos como el de independencia económica y soberanía política.

A esto se le agregó un elemento crucial: el de la participación, con voz y voto, de las mujeres en un profundo proceso político, económico y social. Aquellas mujeres, que solo habían ocupado un lugar simbólico y secundario en nuestra sociedad, no solo veían en ese momento como una mujer era parte central del gobierno de nuestro país, sino que además todas eran escuchadas y sumadas a la construcción de la nación.

Por otra parte la extrema humanidad y sensibilidad de Eva, la transformó en simplemente “Evita”, con todos sus amores y convicciones a flor de piel, lo que sin dudas desencadenó mucho del rechazo que las clases pudientes cultivaron hacia ella.

Aquello que no cambia

Como decíamos al principio, ni San Martín ni Evita son simples figuras estáticas en la cima de un pedestal, y en gran medida eso se debe a que el proyecto político que ellos encarnaron continúa confrontándose con el de aquellos que piensan a la Argentina como un coto privado para las elites y al servicio de la ganancia desmesurada del capital nacional o extranjero.

Y es que en nuestro país entre algunos sectores muy poderosos persiste la idea de que podemos desarrollarnos en forma autónoma del resto del continente y se quiere hacernos creer que todo aquel que reclame por una justa distribución del ingreso “está dividiendo al país” o “confrontando a ricos contra pobres”.

Nosotros, en cambio, sabemos que la Argentina solo podrá desarrollarse plenamente solo si tomamos el ejemplo de nuestras mejores mujeres y hombres. Y es en ese sentido que la figura y el ejemplo de San Martín y Evita siguen siendo referencias inevitables a la hora de hablar sobre el país que soñamos.

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